viernes, 20 de enero de 2023

Diario de una mente ansiosa VOL.1 Día 3

Hoy no quiero que el puntapié me lo dé un amigo. Hoy quiero ser yo la que decida, la que tome la iniciativa. Hoy decidí irme. Y hoy espero que estén a mi lado. Hoy espero verlos, en dos meses o en un año. Hoy espero su visita, su risa de nuevo y su abrazo. Mis amigos son todo, son el lugar que extraño. ¿Y si llego y no hay nadie? ¿Y si llego y me estanco? Las dudas de nuevo me ahorcan, espero de Mar un hallazgo, una palabra que cure lo que me tiene llorando. ¿Y si no alcanza con lo que soy? ¿Y si no logro vencer el daño? ¿Y si vuelvo a la plateada sin un peso, sin un mango? Son esos miedos que ahogan, que no permiten avanzar. Si acá mi esfuerzo no valió nada, ¿cómo es que allá lo pienso lograr? La geografía no cambia la ausencia, la geografía no cambia el mal. Pero la gente capaz sí cambia, y así capaz encuentro un lugar en el que todo lo que soy valga para moverme, para empezar. Respiro hondo, lleno mi cuerpo con ese aire que me hace pensar, que me dice de nuevo que puedo, que me recuerda que todo pasa, que no tengo que abandonar. El aire y los pasos ayudan a ver esta realidad. Y estas palabras que escribo también rescatan mi subjetividad que a veces busca matarme, que a veces me hace tan mal. Hoy de nuevo el cielo está azul, hoy de nuevo me quiere ayudar a iluminar lo que yo quiero, a iluminar mi caminar. Si la luz natural me ayuda, si me quiere acompañar, yo creo que puedo lograrlo sin buscar algo artificial. Espero que en el trayecto aparezcan algunos diamantes más. Me contemplo tan serena, llorando de felicidad, por todo lo que me espera, por toda la gente que voy a amar. En todos lados hay gente buena, en todos lados me van a ayudar. Y aunque sufro y pienso y pienso, sigo adelante, no me dejo pisar. “Siempre pudiste, siempre lograste, aunque el entorno te quisiera fusilar”, me digo de nuevo al espejo, que sabe de sobra que, aunque mil veces me caí al piso, mil y una me volví a levantar. Y ahora tiemblo de miedo y tiemblo de felicidad. Los dos sentimientos coexisten, no se pueden separar. Son intrínsecos, inherentes, nací así, no lo puedo evitar. Pero así y todo sigo adelante, con esa piedra atada a mi cuello, que a veces me ahorca, que me hace tan mal. Así y todo no desfallezco, así y todo busco llegar a esa utopía tan grande que me tiene todavía acá. El club de los veintisiete se fue, y yo sigo dando batalla. Veintiocho y contando en vida cada una de mis añoranzas. Fui gimnasta, fui diseñadora, fui cantante y escritora. Fui todo lo que quise ser, y voy a ser todo lo que quiera. Todavía sigo acá, todavía doy pelea. En la plateada o la antigua me la banco, sigo luchando. Como hice desde la cuna, como me inculcaron mis padrazos. Van a sentir ese orgullo, van a ver que sirvió para algo. Nada de lo que hice ni hago fue nunca ni será nunca en vano. En uno o dos meses voy a contarles mi resultado. El mecenazgo me sirve, también contar con su halago. Les prometo y les juro que ya lo estoy intentando. Y otro día más se va, y otro día me enseña algo. Les vuelvo a escribir mañana: continúa este campeonato.

Foto de Aslı Yılmaz en Unsplash

1 comentario:

  1. Te alentamos a crecer, ir en la búsqueda y decidir. A no bajar la guardia, siempre a seguir. Un abrazote.

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