“El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry y mi introducción a la lectura

SINOPSIS:El clásico en la literatura no solo infantil; narra la historia del Principito, el cual a través de un lenguaje aparentemente sencillo y de vivencias propias, deja enseñanzas de vida que ayudaran a la comprensión y valoración, tanto de las cosas sencillas como de las complejas.

TÍTULO: “El Principito”

AUTOR: Antoine de Saint-Exupéry 

EDITORIAL: EMECÉ

PÁGINAS: 112

AÑO DE PUBLICACIÓN:1943

FRASE CÉLEBRE:

“Lo esencial es invisible a los ojos”

FRAGMENTO ELEGIDO:

“-Sed amigos míos, estoy solo- Dijo el principito.

-Estoy solo…estoy solo… estoy solo- respondió el eco.” 

ASÍ EMPIEZA:

"Cuando yo tenía seis años vi una vez una lámina magnífica en un libro sobre el Bosque Virgen que se llamaba "Historias Vividas". Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera. He aquí la copia del dibujo."

MI OPINIÓN:

El Principito: ¿Qué decir? Es un libro lleno de metáforas. A los 12 años hicieron que lo leyera para la escuela (es de las llamadas “lecturas obligatorias”) y creí entenderlo. Ahora me doy cuenta que no entendía lo que el libro en realidad decía, sino lo que la profesora quería que los alumnos entendiéramos. A esa edad yo no estaba inmersa en el mundo de la lectura y mucho menos podía entender ciertas metáforas que se presentaban a lo largo del libro. Lo había leído obligada, porque si no, no podía aprobar la materia “Lengua y Literatura”.

Para mi gusto, la lectura no tiene que ser una obligación. Cada uno va encontrando lo que le gusta, a medida que crece. Si se obliga a una persona a realizar una acción que no está acostumbrada a realizar, lo más probable, es que termine odiándola, o pensando que, al ser una obligación, es algo malo. Creo que se encuentra en la naturaleza de todas las personas. El realizar una acción por obligación, no es algo agradable, no se disfruta. La magia está en descubrir cada uno por su cuenta, lo que le gusta hacer. Para mi suerte, menos de un año después de leer “El Principito” obligadamente me adentré en el mundo de la lectura.

Estaba con mi mamá en una librería del centro de Rosario, mi ciudad natal, y, mientras ella buscaba libros sobre comunicación, yo miraba los libros para chicos. Entonces me llamó la atención uno en especial: “Vampiratas” anunciaba su portada. Lo tuve en mis manos un rato. Cuando mi mamá lo vio, me preguntó si quería leerlo. Le dije que no quería que gastara, porque no sabía si iba a gustarme: no quería juzgar un libro por su portada… tampoco estaba segura de estar preparada para leer. Dos semanas después, ya había leído los tres libros publicados hasta entonces de la saga (algo impensable para mí, que nunca había leído más que lo pedido en la escuela). Podría decirse que desde ese día en adelante no dejé de leer en ningún momento.

Ahora, siete años después, teniendo 19 años, decidí volver a leer “El Principito”, para poder comprender la complejidad de este “libro con dibujos para niños”. Mi sorpresa fue enorme cuando logré sacar conclusiones de todas las metáforas. Había pensado que el libro no iba a gustarme, como había pasado tantos años atrás, pero resultó que lo disfruté enormemente. Ahora entiendo por qué a todos les gusta, y por qué pasó a ser “La Biblia” de muchas personas.

Aprecio enormemente a todas las personas que a lo largo de mi vida me fueron acercando a la lectura. Mis profesoras de la primaria, de la secundaria, pero sobre todo a mi mamá, que siempre me apoya en todo. Todos necesitamos un empujoncito para encontrar lo que nos gusta, pero sólo un empujoncito, no hay que apurar las cosas, lo que tiene que ser será.